Flores/Flowers



Las flores son un tema interesante a tratar en lo que respecta a sazón, aroma y especias, aunque no sean catalogadas como tales, por lo que en mi opinión, se merecen un lugar dentro de este espacio.
Estas maravillas de la naturaleza, son el órgano sexual de las plantas y aportan sutilidad en sabor y aromas, además de una variedad cromática sin parangón.
El que las flores sean parte de los ingredientes de una receta de cocina no es algo nuevo, siglos atrás ya tenían un uso culinario en culturas como la romana, la griega o la hindú.


En las recetas de Apicio, (gastrónomo romano del siglo I d. C.), ya se nombraban a los pétalos de rosa y flores de mejorana para preparar los picadillos y salsas hechas con flores de cártamo (alazor), un buen ejemplo son los vinos, que se aromatizaban con rosas o violetas.
A Carlomagno le gustaban las flores de malva preparadas en ensalada. En tiempos de la Edad Media los nardos eran un ingrediente importante en más de un platillo servido a varios reyes galos.
También en los recetarios de la cocina andalusí existen innumerables alusiones al uso de las flores en la cocina.


En la antigüedad se cultivaban más de ochenta variedades, la fuente es el “Tratado de Agricultura de Paladio” (Siglo IV d.C.),  pero este número aumento enormemente con la llegada de los árabes al sur de Europa ya que incorporaron nuevos sistemas de riego y el cultivo combinado de plantas aromáticas y flores, con árboles, conviviendo las plantas silvestres con las cultivadas.
Nos trajeron el jazmín, la violeta o el azahar que rápidamente se integraron en las cocinas dando lugar a deliciosos dulces llenos de aromas florales, confituras y jaleas.

Leonardo da Vinci en sus notas de cocina, opina que la única flor que se podría comer es la flor del calabacín, la cual recomienda freír rebozada con una mezcla ligera de harina para darle un punto crujiente. Hay que decir que este sabio, de flores, no parece que supiera mucho!!

Michel de Nostredame, (Nostradamus), escribió él primer recetario que contiene flores como ingrediente  principal de varias preparaciones, data de 1555 y se llama  “Excelente y muy útil opúsculo para todos necesario con diferentes formas de hacer exquisitas recetas”

Este tratado está dividido en dos partes:
  • La primera trata de maquillajes y fragancias, lo cual no nos ocupa hoy.
  • La segunda parte nos muestra el modo y la manera de hacer mermeladas de varias clases, con miel, con azúcar, flores, vino… a esta segunda parte se le llama coloquialmente, Tratado de las confituras”. En el incluye una “confituras de rosas” que se continua elaborando en la actualidad de igual manera.


Se cocinaban pasteles de rosas que estaban perfumados y al mismo tiempo decorados con los pétalos de esta flor.

Las capuchinas son también unas de las flores más utilizadas desde hace mucho tiempo debido a su sabor algo picante, de hecho al principio recibían el nombre de Berros de las Indias.

La India, Grecia y algunos países árabes apreciaban las caléndulas por su ligero sabor amargo, se empleaba junto con sus hojas para aromatizar caldos y bebidas.

Las flores del naranjo, rosal o limonero se usan desde tiempos inmemoriales en diversos países de Oriente como condimento de deliciosos platos y como ingrediente de confituras.

Sin olvidarnos de las flores de loto que se han utilizado desde tiempos ancestrales en la cocina china, al igual que la magnolia y el jazmín.

Por otra parte, la delicada cocina japonesa viene utilizando los crisantemos, entre otras flores, desde tiempos antiquísimos  en diversos platos.

En los países bañados por el mar Mediterráneo se conoce más el uso culinario de las flores de calabaza y calabacín, bien de primer plato, como de guarnición, o rellenas, fritas, etc.

La cultura gastronómica mexicana siempre ha destacado por los manjares con flores, aunque con el tiempo ha ido decayendo su uso.

Algunas flores desecadas forman parte de mezclas de especias exóticas, siendo la lavanda, el hibiscus, las rosas o la flor de azahar, algunas de éstas.


Las flores aportan matices de frescura y sabores inusuales que sorprenden en boca. Aunque se utilicen de forma decorativa, sus llamativos colores y los atractivos olores que desprenden, no cabe duda que estimulan los sentidos.

Son innumerables las flores que se emplean y de muy diversas familias, desde pétalos de rosa recién cortados, magnolia, jazmín, flores de azahar, de malva, de mejorana, violetas, la hierba luisa, capuchina…

De entre las verduras y hortalizas, destacan las flores de la familia de los allium en la que entran los puerros, las cebolletas, el ajo o los ajetes.

También son  flores comestibles las de rúcula, de sabor picante al igual que las hojas, la de borraja, con matices a pepino y de un precioso azul, la de achicoria, ligeramente amarga. La flor de hinojo, con un sutil sabor a regaliz nos recuerda mucho al del bulbo, las de cítricos, dulces y perfumadas, las de rábano, características por su punto picante, y las antes mencionadas de calabacín, muy populares rellenas y fritas o las de calabaza.


Muchas de las hierbas con las que condimentamos nuestros platos desarrollan flores que se pueden comer al igual que sus hojas y tallos: el orégano, el romero, la salvia, el cilantro, el eneldo, la menta, el perifollo, etc.

Añadir flores a nuestra comida no solo la hace más atractiva y fresca a la vista, sino que también añade sabores diversos a modo de sazonador para aportar ciertos matices e incluso nutrientes como vitaminas del grupo A y B, betacarotenos, licopenos y otros componentes como polifenoles o fitoquímicos, al igual que cuando condimentamos nuestros platos con hierbas aromáticas.