Eucalipto/Eucalyptus
El Eucalipto,
Eucalyptus globulus, eucalipto blanco, eucalipto común o eucalipto azul, es una
especie arbórea de hoja perenne. Originaria de
Australia y Tasmania, se ha naturalizado en regiones de Estados Unidos y
algunos países mediterráneos. Hay muchas especies de eucalipto, pero el Eucalyptus
globulus produce el aceite de olor más agradable.
Esta especie fue introducida en España en
el siglo XIX y hoy en día abunda en Galicia, Asturias, Cantabria y Vizcaya. También en algunas zonas de Huelva.
Las hojas de eucalipto, de color verde
azulado, están salpicadas de glándulas que contienen un aceite esencial,
llamado cineol, y se han utilizado durante siglos como hierba medicinal para
muchas enfermedades respiratorias.
Sobradamente conocidos son los jarabes para
la tos, las pastillas para la garganta o los inhaladores para la congestión
nasal, que incluyen eucalipto por sus cualidades curativas.
Cocinar con eucalipto, ya es otro cantar,
es un arte delicado debido a que puede ser dañino si se ingiere antes de
cocinarlo.
Los sabores y notas a bosque están muy en
boga ahora, pero su uso viene de largo y tanto el abeto, como el pino, y el
eucalipto se han utilizado en salsas y especias.
Los platos en los que se usa el eucalipto, han
sido desarrollados por una amplia variedad de profesionales, desde chefs hasta
pescadores locales, todos, dentro de sus conocimientos, y con cautela, utilizan
sus hojas para mejorar el sabor de los alimentos.
En Portugal, donde hay multitud de estos
árboles, es práctica común que los pescadores cocinen sus capturas a la
parrilla, después de colocar un manojo de hojas de enebro dentro de la cavidad
abdominal del pescado. Llegando al final del corto tiempo de cocción, añaden unas
hojas de eucalipto mojadas en agua de mar sobre las brasas, e imparten un rico
sabor ahumado a la captura fresca.
Este método, se puede extrapolar a la carne
o las verduras, y obtener así ese sabor ahumado único.
En guisos de ave o pescados, especialmente
pulpo o sepia, como aromático en cocciones al vapor, o para perfumar
mantequillas o aceites, el eucalipto aportará un toque fresco y balsámico que
no pasará desapercibido.
Un pesto con eucalipto, tras un blanqueo
previo, una salsa bearnesa sustituyendo el estragón por estas hojas, o
infundiendo su fragancia en una salsa inglesa, son algunas de las aplicaciones
creativas que puede tener esta aromática especie.
Como infusión, a modo de coulis, combina
especialmente bien con macedonias o ensaladas primaverales de frutas y
verduras.
El eucalipto, si se combina con fruta de
verano, puede convertirse es una jalea herbal sorprendente.
Los cócteles que integran eucalipto y
romero son muy comunes en algunos países, donde este árbol forma parte habitual
del paisaje.
Por último, pero no menos importante, repito,
ingerir eucalipto en grandes cantidades podría ser potencialmente venenoso.