Okra

 

La Okra, Abelmoschus esculentus, es una planta tropical de fruto comestible, originaria de África y perteneciente a la familia de las malváceas. Es conocida también con los nombres de quimbombó, ñajú, molondrón o “lady’s fingers”.

El fruto es una cápsula de forma cónica que puede llegar a alcanzar los 30 cm de longitud y los 3,5 cm de diámetro en su base. Dichos frutos han de cosecharse antes de que maduren, de lo contrario se vuelven duros y leñosos.

Hay evidencias del cultivo de Okra desde la antigüedad ya que se han encontrado imágenes talladas de Okra en templos faraónicos.

Se cree que esta planta se originó en África oriental, donde se cultivó durante miles de años. Desde allí y gracias al comercio se extendió por Medio Oriente y la India. Llegó a América ya en el siglo XVII, de la mano de los esclavos africanos.

Parece ser que la Okra fue introducida en Europa durante la conquista árabe, siendo uno de sus eruditos, Abu al-Abbás al-Nabati, quien describió en los primeros relatos europeos que, durante su visita a Egipto observo a los lugareños consumir una planta que cultivaban, con un fruto verde y harinoso.

De sabor suave y delicado, se utiliza mucho en las cocinas india, creole, cajún y caribeña. También está presente en algunas recetas griegas y turcas.

La Okra es rica en vitamina A, vitamina C, zinc y folato.

Se puede tomar cruda o encurtida, cocida, salteada, asada, en estofados o frita.

Este fruto contiene una sustancia mucilaginosa útil para espesar sopas y ragús.

Es frecuentemente empleada en la cocina sureña de Estados Unidos, siendo un ingrediente principal en la elaboración de su archiconocido y maravilloso Gumbo.

Si se dispone de un deshidratador de alimentos, o con un horno a baja temperatura, se puede secar y moler, convirtiéndose en un condimento versátil, y un estupendo espesante natural con un toque de frescura.

Este polvo de Okra también se puede utilizar en mezclas de especias o formando parte de rebozados.