Clavel/Carnation
Los Claveles, Dianthus caryophyllus, son
flores pertenecientes a la familia Caryophyllaceae, que se han utilizado
durante siglos con fines ornamentales.
Aunque su origen exacto es incierto debido al sembrado
extensivo durante los últimos 2000 años, la variedad silvestre es más común de
la región mediterránea, donde se han plantado desde la antigüedad.
Sus vistosas flores rizadas son unas de las más cultivadas y
apreciadas, bien por su resistencia, como por su disponibilidad durante todo el
año.
Una variedad de esta flor, que se encuentra con facilidad, y
que es muy estimada es el Clavel Chino o Clavelina, Dianthus chinensis, una
especie muy relacionada, y cuya diferencia con el clavel clásico radica en su
tamaño, siendo este último un poco más robusto.
Hoy en día hay más de 300 tipos de claveles, con diferentes
colores, texturas y formas, de las cuales algunas se han cultivado de forma
ecológica para fines culinarios.
Su uso en la cocina, aunque parezca muy actual y propio de
la cocina de autor más refinada y contemporánea, lo cierto es que se remonta a
miles de años atrás, hallándose menciones de su empleo en culturas tan antiguas
como la romana o griega, así como citas en libros de cocina china, griega,
árabe o india.
Esta distinguida flor cuenta con pétalos que van desde el
blanco puro, hasta rosas, amarillos y rojos, con distintas tonalidades y
matices.
Tiene un aroma complejo, especiado, dulce y floral, a menudo
comparado con el clavo o la rosa, con notas picantes, balsámicas y un toque mentolado.
Su sabor versátil puede ir desde neutro y ligeramente amargo,
en la parte más blanca del pétalo, hasta dulce y especiado en las zonas más
coloridas.
Dependiendo de la variedad, y de donde hayan sido cultivados,
pueden aportar notas cálidas y picantes, similares a la pimienta o la nuez
moscada.
Su consistencia suele ser tierna y sutilmente crujiente.
Estos atractivos pétalos funcionan realmente bien añadiendo
textura, color y sabores sutiles a los platos, además de aportar tradición y
elegancia.
Se pueden espolvorear crudos sobre ensaladas, sopas, arroz y
pasta, sopas o mariscos, del mismo modo en los emplatados de carnes asadas, volatería
y con quesos duros y cremosos, incorporarán su elegante acento picante y
aromático.
Los pétalos de clavel también se pueden confitar o
cristalizar, recubriéndolos con clara de huevo y azúcar para crear una
decoración dulce y crujiente.
Una vez confitados se pueden utilizar para adornar pasteles,
tartas, o diversos postres tales como natillas o sabayones.
Estos pétalos se pueden infusionar en un almíbar simple o
añadir a cócteles, limonadas, bebidas y helados.
Incorporados en salsas o mantequillas compuestas, o encurtidos
en vinagre, crean una mezcla especiada y vistosa.
Así mismo, secos y añadidos a blends de especias aportan un
punto floral muy apetecible.
