Hojas de Tamarindo/Tamarind Leaves
El Tamarindo, Tamarindus indica,
es originario de África tropical y fue introducido en la India por comerciantes
árabes en la antigüedad. La fruta era también bien conocida por los antiguos
egipcios, se extendió a los griegos en el siglo IV a.C. y llegó a Estados
Unidos y México en el siglo XVI.
En la actualidad, el tamarindo se ha
naturalizado en Hawaii, Florida, Las Bermudas, Bahamas, Las Antillas, México,
Asia, el Sudeste Asiático, África y toda Centroamérica.
La entrada que hoy nos ocupa es relativa
a sus hojas, tanto frescas, como secas, y a las aplicaciones culinarias que nos
aportan, ya que el fruto del este árbol, ya está desarrollado en otro post.
Las Hojas del Tamarindo son pequeñas y
oblongas con bordes redondeados, y durante muchos siglos se ha utilizado para usos
culinarios y/o medicinales.
Las Hojas de Tamarindo son una
excelente fuente de vitamina A y vitamina C. También contienen calcio, hierro,
fibra y potasio. Tienen un sutil sabor ácido y ligeramente agrio.
Para su uso en fresco, estas hojas se
consumen mejor cuando son jóvenes y tiernas y aún no han desarrollado una
textura fibrosa.
Suelen estar disponibles en los meses de
primavera y se utilizan como pasta o enteras en diversas elaboraciones.
Estas hojas agrias, encurtidas, son
comunes en la India y se utilizan como saborizante en la cocina de Andhra,
donde se preparan muchas exquisiteces como Chinta Chiguru Pachadi, (Chutney), Chinta
Chiguru Pappu, (Dhal) y Chinta Chiguru Mamsam, (Guiso con carne).
Secas, suelen formar parte del fondo de
despensa en muchas cocinas de estas regiones, y se utilizan, mezcladas con
otros ingredientes, para elaborar condimentos.
Las hojas de tamarindo combinan bien con
carnes, con pescado, con pollo, así como con aromáticas como el ajo y la
cebolla, chiles rojos secos, semillas de comino, cacahuetes y albaricoques.
Estas hojas, combinadas con el dhal,
confieren al plato un sabor agradable y maravilloso, con un delicado matiz
ácido que no opaca el reconfortante sabor terroso del dhal.
El tamarindo está asociado a muchos mitos
en todo el mundo. Algunas tribus africanas lo consideran sagrado y existe la
superstición de que es perjudicial dormir o atar un caballo debajo de él.
El hecho de que pocas plantas puedan
crecer bajo el árbol, también suscita la superstición.
En Birmania, algunos creen que el árbol
es la morada del dios de la lluvia y otros que eleva la temperatura de la zona
que lo rodea.
Además de las leyendas que rodean al
árbol, las hojas de tamarindo también se utilizan con fines medicinales en
varias regiones, tanto de la India, como en Oriente Medio y Filipinas.